El 9 de noviembre de 2012, el primer día de la visita del Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia a la Tierra Santa, los Primados de las Iglesias Ortodoxas de Jerusalén y de Rusia visitaron el Templo de la Resurección de Cristo en Jerusalén.

Tras entrar al templo el Santísimo Patriarca Kirill y Su Beatitud Patriarca Theophilos hicieron reverencia a la Piedra de unción.

Ante el Cubiculum ha sido leído un pasaje del Evangelio que habla de la Resurección de Cristo. Luego los Primados de dos Iglesias Ortodoxas Locales hicieron reverencia al gran santuario del Santo Sepulcro.

En Catolicon (la catedral de la Iglesia de Jerusalén) ha sido oficiado el tedéum de agradecimiento encabezado por el Santísimo Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia.

Tras terminar el oficio Su Beatitud Patriarca Theophilos de Jerusalén y toda Palestina se dirigió al Primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa con las palabras de bienvenida.

En su respuesta el Santísimo Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia dijo en particular:

“Cada vez, cuando visito este grandísimo lugar santo, el Santo Sepulcro, el temblor y la alegría llenan mi corazón. El temblor, porque me acerco al gran santuario, el lugar donde el Dios encarnado hizo Su hazaña por los pecados de todo el mundo, donde Su cuerpo fue enterrado, pero Él no dejó de hacer Su obra redentoria; Su alma se descendió a los infiernos y sacó a sus prisioneros de allá. El lugar donde Él resucitó con la fuerza de Su Divinidad y hizo temblar a las guardianes que Lo vigilaban. La alegría, porque el Señor con Su muerte pisoteó la muerte, con Su victoria liberó toda la humanidad de la esclavitud del pecado y nos abrió las puertas de Su Reino. En verdad, hablando con las palabras del precreador Jacob: este lugar es muy sagrado! Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo (Génesis 28, 17).

Cada cristiano sueña por lo menos una vez en su vida visitar la Tierra Santa, pasar por el Camino de la Cruz del Salvador, hacer reverencia a los lugares por los cuales Él andaba, pegarse a la piedra cerca de la cual yacía el cuerpo de Jesús.

Como peregrinos de Rusia, Ucrania, Bielorussia, Moldavia y de otros países de la Santa Rusia llegémos a la Ciudad Santa para dar testimonio de nuestra profunda reverencia por el guardián de los santuarios de Palestina, por la Santísima Madre  de las Iglesias, que nuestros pueblos conservan durante muchos siglos.

Oramos especialmente por la paz en Jerusalén y en todo el Este que ahora está viviendo los tiempo difíciles, para que en el lugar de la gran victoria de Cristo se establezca la paz y armonía entre los seres humanos”.

 

Servicio de Comunicación del DREE