La Declaración del Servicio de Comunicación del Departamento de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú.

La Iglesia Ortodoxa Rusa plantea una vez más su voz en relación con los trágicos acontecimientos que tienen lugar hoy en los territorios en el noreste de Siria poblados por los cristianos asirios.

En octubre de 2014, los extremistas secuestraron a tres cristianos de la aldea asiria de Tel Tamar. El 23 de febrero de 2015, los militantes de la organización terrorista, que lleva el nombre de Estado Islámico, lanzaron un ataque armado contra las aldeas cristianas ubicadas en las orillas del río Sena Bay. Irrumpiendo en los pueblos, los extremistas hacían crueldades contra los cristianos. Los militantes tomaron como rehenes a más de un centenar de asirios, quemaron al menos cuatro iglesias en diferentes pueblos. Según los informes, los detenidos fueron llevados a las montañas de Abdul Aziz. Más de 500 familias de cristianos han huido a las vecinas ciudades de Hasaka y Qamishli. Los refugiados no tenían tiempo para recoger ni siquiera los objetos más necesarios.

Los cristianos son el grupo de población más vulnerable frente a la amenaza del extremismo. Los grupos militantes fijaron la tarea de erradicar completamente el cristianismo en los territorios bajo su control a través del uso del terror, brutales asesinatos, secuestros, profanación de los sagrarios y destrucción de los templos. Bajo el disfraz de lemas islámicos, están tratando de erradicar por completo la presencia cristiana en la región. Las consecuencias de este desastre serían irreversibles.

La Iglesia Ortodoxa Rusa condena fuertemente los actos de barbarie de la violencia contra los cristianos. Seguimos instando a todos los líderes políticos del mundo y a las organizaciones internacionales para la protección de los cristianos perseguidos. Es necesario parar inmediatamente el terrorismo y garantizar la seguridad de la población cristiana que vive en las tierras bíblicas del Medio Oriente durante casi dos milenios, así como de otras minorías religiosas y étnicas.

Expresando solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en Cristo que sufren, esperamos que la comunidad internacional finalmente preste su atención a esta arbitrariedad y adopte inmediatamente las medidas necesarias para proteger a los cristianos perseguidos.