La sangre se derramó de nuevo en Ucrania. Los enfrentamientos en la Región de Donetsk y los trágicos acontecimientos en Odessa causaron muerte de decenas de personas y desestabilizaron aún más el país. Muchas personas están experimentando la desesperación, el miedo por sus vidas y las vidas de sus seres queridos.

En este momento grave mi corazón está con Ucrania, con cada uno de sus hijos e hijas que están experimentando el dolor, la pena, el desconcierto, la ira, la desesperación. Estoy rezando para que todos los fallecidos en la matanza descansen en la paz, que las vidas de víctimas sean salvadas y que los heridos se recuperen lo antes posible. Mi oración ferviente es para la sanidad del país y la pacificación de la enemistad, para que la sangre no se derrame de nuevo y la violencia se termine para siempre.

Lo que está sucediendo es responsabilidad, en primer lugar, de aquellos que recurren a la violencia en lugar del diálogo. El uso del material militar en un enfrentamiento civil despierta una preocupación particular. El uso de la fuerza es a menudo provocado por compromiso con el radicalismo político y la negación de los derechos de los ciudadanos a expresar sus convicciones.

En la Ucrania actual, sólo una de las posiciones políticas no puede ser declarada como la única posible y obligatoria para todos. Esto es desastroso para el país. Estoy convencido de que los intentos de afirmar su propio punto de vista por medio de la fuerza deben ser abandonados de una vez y para siempre. Hago un llamamiento a todas las partes a abstenerse del uso de armas y a resolver todos los problemas a través de negociaciones. En una perspectiva a corto plazo, Ucrania necesita, al menos, la reconciliación, en un largo plazo, la paz duradera e inalienable.

Ucrania puede curarse y puede tomar el camino de la construcción de una vida digna para sus ciudadanos sólo si se convierte en un hogar común para las personas de diferentes creencias políticas que difieren entre sí en muchas cosas. No hay alternativa al diálogo. Es necesario, mientras que todavía hay una posibilidad, escuchar uno a otro y tratar no sólo de resolver las contradicciones actuales, sino también de renovar el compromiso con los valores espirituales y morales cristianos, que han formado el pueblo ucraniano y lo han enriquecido con sabiduría y amor a la verdad. Confío: precisamente estos valores les ayudarán a encontrar hoy un camino hacia la paz y la justicia, sin las cuales el futuro digno del país es impensable.

¡Oh Dios, uno y grande, bendiga a Rus’ -Ucrania!