El 2 de diciembre de 2013, los combatientes de la oposición siria armada, durante la batalla por la ciudad antigua de Maalula, ubicada al norte de Damasco y poblada principalmente por los cristianos, llevaron a cabo la toma del monasterio ortodoxo femenino de la Santa Tecla la Primera Mártir, en el cual funciona un orfanato para las decenas de niñas huérfanas.

Según los informes, algunas monjas y niñas del monasterio, encabezadas por la superiora, la Higúmena Pelagia (Sayyaf), fueron secuestradas por los extremistas que se los llevaron con rumbo desconocido. Hay información de que algunas de las monjas durante el ataque contra el monasterio sufrieron heridas de diversa gravedad, y el propio monasterio infligió daños significativos. El día siguiente varias hermanas fueron encontradas: unas, tras la retirada de los terroristas, abandonaron su refugio, otras fueron halladas en los hospitales. Según los datos recientes, el lugar de ubicación de la superiora y de las cinco monjas es desconocido. Se llevan a cabo su búsqueda.

Su Beatitud el Patriarca Juan X de Antioquía y todo el Oriente calificó el incidente de “acto flagrante de agresión contra la dignidad humana, contra la voz de la paz y de la oración”. Su Beatitud hizo un llamamiento a los secuestradores para que liberen inmediatamente a las hermanas ilesas y garanticen la inviolabilidad de este monasterio. El Primado de la Iglesia Antioquena hizo llamamientos a la comunidad internacional solicitando apoyo a la liberación de los rehenes.

El Patriarcado de Moscú se suma al mensaje de Su Beatitud el Patriarca de Antioquía, expresa su total solidaridad con la Santísima Iglesia Antioquena, expresa su sentido pésame a todas las víctimas y condena vigorosamente a las acciones cínicas de los extremistas que merecen un castigo justo. Es hora de que la gente de buena voluntad haga un rechazo inequívoco de tales actos antihumanos y condene unánimemente el terrorismo, cualesquiera que sean eslóganes que utiliza.

La Iglesia Ortodoxa Rusa ora fervientemente por las monjas secuestradas del monasterio de la Santa Tecla, así como por los metropolitanos Pablo y Gregorio Juan Ibrahim, capturados anteriormente, por los demás prisioneros cristianos, clérigos y laicos, y por todo el pueblo sirio sufriente.