El 5 de mayo de 2014, el Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, firmó la ley que preve la introducción de sanciones por el uso de la blasfemia en la televisión, la radio, el cine, la literatura y los medios de comunicación. El Presidente del Departamento de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú, el Metropolitano Hilarión de Volokolamsk, comparte su opinión sobre esta iniciativa legislativa en la entrevista a “Interfax- Religión”.

 

– Monseñor, ¿cree que la adopción de la ley llega a tiempo?

– Sí, creo. El lenguaje es el espejo de la cultura del pueblo, en este se refleja el estado de la sociedad moderna. El uso del vocabulario blasfematorio en el habla cotidiana se ha vuelto casi en algo común, y en todos los estratos de la sociedad, entre hombres y mujeres, jóvenes y ancianos.

– Alguien bromeó al respecto: “No echamos tacos, sino los estamos hablando”…

– No me parece que es un motivo para bromear, porque en la mayoría de las culturas, las prohibiciones y restricciones, destinadas a proteger la esfera íntima de la vida humana de la profanación, se imponen por alguna razón, y la erosión del concepto de lo que es posible y lo que es imposible, indica que la sociedad está enferma.

Es importante que la blasfemia no se podría oír no sólo en la radio, en el escenario o en la pantalla de cine, sino también en los lugares públicos. Sería justo que las sanciones se apliquen también a los que se dejan expresar de este modo en los restaurantes, en la calle y sobre todo, en la presencia de los niños.

– A menudo se dice que la blasfemia es una parte integral de la lengua rusa…

– La inclusión de expresiones blasfematorias en el lenguaje hablado hace daño a la lengua que es la propiedad de todo nuestro pueblo, el tesoro milenario que nos han entregado los antepasados. Pero lo más importante es que la discusión de los temas íntimos, aún más en expresiones repugnantes, pervierte el alma humana.

Nuestro habla tiene una relación directa con nuestro mundo interior y espiritual: el que vive la vida espiritual no se permitiría echar tacos. Es por eso la blasfemia se ve antinatural especialmente en la boca de la gente de “profesiones sagradas”, relacionadas con la formación de generaciones futuras, como sacerdote, profesor universitario, profesor de secundaria, educador en el jardín de infancia. El uso de la blasfemia ante los niños es un sacrilegio.

El uso de la blasfemia, incluso, a una persona hermosa la hace parecer fea a los ojos de los demás.

¿Es posible que alguien sería capaz de ver la belleza interior, espiritual, por ejemplo, en una chica que toma cerveza en la calle y echa tacos ante el público?

– A menudo, el uso de la blasfemia es justificado por las normas del círculo social. Pero, ¿qué impide a ir contra la corriente y mostrar un buen ejemplo para los demás?

– En los años 1980, tuve la oportunidad de servir en el ejército soviético, donde la blasfemia era lenguaje cotidiano. Durante dos años de servicio, no pronuncié una palabra blasfematoria. Primero todos se rieron de mí, y luego empezaron a respetarme. Para el final, mis compañeros trataron de no usar expresiones obscenas en mi presencia.